jueves, 17 de febrero de 2022

"Infección" de Vania Monterrubio

Suena el teléfono, contestas con esa distracción que brinda el tender tu cama suave y solitaria.

Bueno. Quién es. Ya sé dónde estás, voy para allá. Qué. No. Cuelgas.

Tu relación con él fue como meter un tráiler por un bajo puente. Accidentada.

Lavas los trastes con taquicardia. Recuerdas dónde pusiste la maleta y ubicas los medicamentos que debes tomar.

No tuviste remedio y ya nada te importaba, estabas anegada y se lo confesaste. Te gritó que lo dejaras. Rompió tus perfumes que habías traído de Francia. Intentaste no volver, no pudiste, estabas infectada.

La primera vez que te besó fue bajo la lluvia, no esperabas que sus labios llenos de gérmenes te intoxicaran. Desde ese día el pequeño animal que te introdujo te negó la paz. Se fue reproduciendo bajo tu piel hasta poblarte completa. Aún así creías que podrías controlarlo. Lo provocabas. Te movías gatuna, araña envenenada, epicúrea trampa. Pusiste tu piel trémula y adulterada sobre esas sábanas, un sudor frío destempló tus dientes. Cediste a la inyección del líquido blanquecino e inmediatamente te sentiste enviciada. Te mostró con malsano deseo cómo aficionarte a su piel lacerada con secreciones y podredumbres. Le regalaste tu salud sin ningún gesto.

La imperiosa culpa se tornó en delito al llegar a casa. Los pies descalzos y tu desnudez se posaban sobre un jardín perfumado de vidrios mientras él miraba con lujuria tu cuerpo roído por la infección. Empezó a perseguirte: te invadía, te poseía y te inspeccionaba. Evaporarse para respirar era la única salida. Te quitó la madera, el oro y el vino. Huiste. Te quedaste sin nada y exhausta.     

Escondida entre sus brazos cerraste los ojos llenos de erupciones, acomodaste tus músculos laxos y agradecidos sobre esa otra piel dañada. Laureles se posaron en tus sienes emponzoñadas. Encharcada de sus vejiguillas se apoderó de ti un hedonismo nocturno. Cuando hubo absorbido el resto de tu cuerpo, salivándote, hasta convertirte en materia blanda, tomó su cartera acopiada de tu exudación y se fue. Otra vez, dañada y exhausta. 

Tomas la maleta aprisa, echas las medicinas y escapas.

1 comentario:

  1. Vania, me causaste muchos sentimientos incómodos. ¡Qué cosa tan infecciosa escribiste! Lograste lo que te propusiste. Está muy loco.

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