domingo, 6 de marzo de 2022

"Blanca e italiana", por Ana Pérez Priego



 

Abrí la puerta y la vieron por primera vez, estilo minimalista, líneas rectas y limpias, de sencillez que destaca elegancia. "¿Esta tina ahí va, o a penas la van a acomodar?", preguntó el señor. "Sí, aquí va". "¿Pero en qué estaban pensando, ¿qué hace una tina adentro de la recamara?, ¿si cabe la cama y los buroes?", cuestionó la señora. "Sí, sí caben, la tina dentro de la recamara es la última moda en Nueva York", dije. "¿Pero y el baño?", y abriendo la puerta les enseñé el baño, dos lavabos ovalados modernos, sobre una meseta de granito grande y espaciosa, a lado el escusado y al fondo la regadera, con buena luz natural". "Si fuéramos más jóvenes, tal vez disfrutaríamos la tina. Pero ahora como que ya nos estorba". "¿La pueden quitar?", preguntaron. Esta no es una tina cualquiera, costó cien mil pesos y llave quince mil, mas la instalación. Pero le puedo preguntar al dueño.

"¡Muchas gracias, nos gusta la casa, pero la tina nada que ver, ¿Por qué no la pusieron en el balcón como si fuera jacuzzi?, o hubieran hecho más grande la recamara para que cupiera la tina". Puras quejas y pocos piropos escucha la tina. Varios clientes que han visto la casa piensan que no tiene sentido la tina ahí, "se va a mojar la cama", "los niños harían un desastre", "no se va a vender la casa con esa tina ahí mal puesta", La gente quiere quitar la tina, .el dueño dice, "la tina no se va". Ella blanca e italiana, se quiere quedar, desea hacerlos vibrar, quiere resucitar su sensualidad, quiere dales suaves masajes de cuerpo y hacer pompas de amor para ellos.

Después de muchas citas por fin, se aceptó la oferta, se aprobó el estudio socioeconómico, entregaron los documentos, firmamos el contrato en la notaria, hicieron la transferencia y con la comisión en mi cuenta, una noche antes de la entrega la casa, me lancé a la Europea compré una botella de Moët, unas fresas con chocolate, puse música, encendí unas velas, deje correr el agua, que recorrió mi cuerpo dándose su tiempo, vacié el shampoo, la dejé conocer mi piel desnuda, descubrió mis curvas, sintió mi humedad confundida con burbujas, me dio asilo esa noche y antes de deshacerme de ella para siempre, la hice por primera y última vez, mía.

 


 

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