Laura, una mujer alta que siempre cuida su dieta está de antojo; algo rápido, nada complicado. Decide bajar al McDonald's que está en la misma cuadra de su trabajo.
Abre la puerta del restaurante y aquello parece romería. Es la hora pico; razón que justifica tanta gente. Aunque no va seguido conoce bien el lugar y sin más se forma para ordenar. Adelante de ella deben haber unas 5 o 6 personas. El menú es una serie de pantallas planas en alto que cambia constantemente después de solo unos segundos. Eso siempre le ha molestado porque no le da tiempo de decidir antes de que avance a la siguiente imagen.
Con la eficiencia de la franquicia transnacional, la cola se mueve rápido. Uno de los muchachos detrás del mostrador se desocupa y le hace señas con la mano de que está disponible. Él trae una camiseta roja con el logotipo de los arcos dorados. Le sonríe a Laura aunque es una sonrisa forzada. Tal vez sea su entrenamiento, el bullicio de la ajetreada cocina tras de él, o que ya pronto termina su turno. Seguramente es todo junto.
-Buenas tardes. ¿Le puedo tomar su orden?
-Hola. Unos nuggets de 6 con salsa agridulce y una botella de agua por favor.
-No "señorita". Gracias.- Regresándole una sonrisa aún más forzada y diciéndose entre dientes: "hijo de puta".
Muy bueno Franches, sí que es cruel.
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